Anoche estaba mirando una tira de televisión, junto a mi
esposa. La protagoniza una pareja de edad madura, con dos hijos (ella casada y
esperando un hijo y él un joven que se ha independizado y vive solo) y 27 años
de matrimonio a cuestas.
La historia gira en torno a una profunda crisis que está
viviendo esa pareja, que sigue con una separación y el resto de la anécdota.
Lo que llamó mucho mi atención es una escena en la que ambos
acuden a “terapia de parejas”.
La terapeuta, hace preguntas y ellos no pueden salir
adelante al punto que dejan la terapia
pensando que no les sirvió.
Hasta aquí lo contado por los actores.
Mientras miraba con mucha atención la serie, pensaba: ¿Esto
es para terapeutas o para coaches?
Se me ocurrió entonces pensar qué haría yo si me consultara
un matrimonio que atraviesa una situación similar.
En principio habría descartado cualquier tema que verificara
como patología, ya que en ese caso, debería derivar la pareja o a aquel que
mostrara la enfermedad a un psicólogo o psiquiatra.
A partir de ahí, habría tres pasos a seguir en mi
intervención:
1-
Mantener una conversación de coaching, por
separado, con cada uno de ellos a fin de
conocer sus inquietudes y problemas y si, no solamente tienen voluntad de
solucionarlos, sino explorar las posibilidades que ve cada uno.
2-
Proponer una conversación con los dos acerca de
la posibilidad de tener una conversación y sobre qué temas deberá tratar.
3-
Ir avanzando de a poco, si ellos lo aceptan así,
hasta poder llegar a establecer nuevos acuerdos básicos que les permitan
refundar la pareja.
Todo esto en un proceso de alrededor de cinco o seis
conversaciones que se puedan programar,
a fin de llegar a la apertura de nuevas posibilidades para la pareja, si es que
los dos están de acuerdo en continuar.
En caso que no sea posible llegar a aquellos acuerdos
“refundacionales”, entonces que logren declarar cómo van a seguir, en caso de
separarse. Acordar los pasos que han de dar para llegar a una separación en
términos sanos, es decir aceptar la nueva situación y accionar
consecuentemente.
Este proceso de aprendizaje, sería muy importante para
ellos, ya que les permitiría resolver sus problemas y continuar juntos o
separarse teniendo claras las cuestiones no conversadas de cada uno.
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