viernes, 22 de noviembre de 2013

“TENGO MIEDO…”
EL MIEDO, ¿MITO, CREENCIA O REALIDAD?

Un bosque, árboles altísimos, una cascada de agua limpia y fresca…por todas partes frutas y plantas, que sumadas a los animales que proveen una deliciosa carne, son el sitio ideal para la vida del hombre.
Subiendo por la ladera de una sierra, puede observarse una luz. Es un fuego que brilla cálido y alegre, en una caverna.
Adentro, un clan de homo sapiens, comparte la comida, juega, se despiojan, tienen sexo y luego, se duermen, cansados, esperando el otro día, para salir a cazar.
Esto sucede muchos miles de años atrás, en el norte de lo que hoy es España, la zona que hoy denominamos Altamira.
De pronto, un sonido, se escucha, proveniente de la oscuridad del exterior de la caverna.
Parece un rugido, feroz, terrible, que despierta a los hombres, mujeres y niños y les hiela la sangre.
Todos se amontonan, cuerpo contra cuerpo, en el fondo de su hogar. Así se sienten más “seguros”. Unos junto con otros, en su casa, detrás del fuego que los protegerá, según ellos creen, pues, generalmente los animales suelen huir del mismo, le tienen “miedo”.
Curioso, el miedo de los animales y el de los hombres, son parecidos. Los animales, no saben por qué, pero tienen inscripto en su ADN, el miedo al fuego…y huyen de él.
Los hombres, saben de esto y sienten que están seguros, protegidos por el fuego, dentro de su caverna.
Afuera el rugido, se escucha más cerca. Los hombres se acurrucan aún más en el fondo de la caverna. Así pasan las horas. Los homo sapiens se duermen, sale el sol.
Tímidamente y aún con el miedo en la sangre, y con dolor en el estómago, fruto de ese temor, algunos de ellos, los más jóvenes y fuertes, se atreven a salir de la segura caverna.
No se ve nada más que el paisaje habitual. Pasó el miedo, pasó la noche, habrá que ver cómo viene la próxima oscuridad…
Esta historia, seguramente ocurrió muchas veces en los miles de años que llevamos los humanos en esta tierra. A través de los tiempos, los miedos nos acompañan día a día.
El temor de aquellos homo sapiens, fue cambiando. En la medida que dominaron el fuego y luego construyeron armas, en que domesticaron animales y fueron capaces de fabricar viviendas que los mantuvieran protegidos, perdieron algunos miedos.
Esencialmente, éstos desaparecieron cuando los humanos fuimos conociendo aquello que nos infundía temor. Y fueron siendo suplantados por otros miedos.
El miedo al rugido exterior a la caverna provenía de algo que no sabían bien qué era, pero que, por el sonido tan horrendo, significaba, para aquellos humanos una amenaza cierta. Nunca vieron qué era, pero ellos “sabían” que era peligroso.
Es más, ellos estaban seguros de que, acurrucándose en el fondo de la caverna, detrás del fuego, estaban protegidos, no tenían miedo, se sentían seguros.
Jamás pensaron que un trozo de roca de la caverna, podía haberse desprendido y aplastarlos o que alguna alimaña oculta en la oscuridad interior de la cueva, podría morder a algunos de ellos y matarlos con su veneno. Simplemente, ante la amenaza exterior, desconocida, pero portadora de un rugido que les hacía estar seguros de que era un animal peligroso, ellos respondían, del modo que juzgaban adecuado para salvarse del peligro.
Y esta última reflexión, nos lleva a preguntarnos ¿qué es el miedo?.
No pretendo que estén de acuerdo. Es más, la idea es que no lo estén, que pongan en tela de juicio lo que aquí diré:
El miedo es una opinión, es una idea que nos hacemos acerca de algo que desconocemos.
Y que nos supera. Algo, para lo cual sentimos que no tenemos recursos suficientes para superarlo. Por lo tanto, desde el fondo de nuestro inconsciente colectivo, optamos por tres posibilidades:
Escondernos, huir o atacar.
Generalmente, optamos por escondernos (victimizarnos) o huir (no hacernos cargo, evitando enfrentar el miedo) construyendo una historia que nos justifique ante nosotros mismos y los demás, acerca de por qué preferimos no enfrentar ese miedo.
Sin embargo hay otra manera de ver el temor: Como oportunidad, como posibilidad de aprendizaje y crecimiento.
Esa manera consiste en reflexionar solo o ayudado por un coach, acerca de qué es lo que necesitamos para superar ese miedo y cuáles serían las acciones a emprender.
Ayudados por un profesional capacitado, en pocas sesiones, seremos capaces de generar acciones que nos lleven, no solamente a diluir el miedo, sino también a cambiarlo por un estado de ánimo altamente positivo, la Confianza.

Desde ese lugar, desde la confianza, basada en una poderosa autoestima, podremos construir una vida plena, donde los obstáculos signifiquen siempre posibilidades de crecer. La decisión es de cada uno.