jueves, 20 de marzo de 2014

La  danza Conversacional: Intimidad Amor  y Aceptación, la Conversación de Coaching

Estamos sentados, frente a frente, ella y yo. Nos miramos, tratando de descifrar al otro.

Ella está un poco ansiosa. Su postura corporal y la manera en que se frota, suavemente las manos, me lo indican. Está a la defensiva.

Yo la observo y mi mirada trata de ser serena y generar confianza, a partir de ese primer acercamiento.

Sonríe. Han pasado apenas diez o veinte segundos. Yo comienzo a hablar:

“Esta es una conversación de Coaching. En la misma, vos podrás traer algún tema que te resulte inquietante y que quieras poder ver claramente. Vos sos la protagonista de este espacio. Decidís qué y cómo querés hacerlo. Decidís hasta donde llegar”.

“Yo, declaro mi total compromiso de confidencialidad. Lo que aquí hablemos quedará en mí y no saldrá de este espacio nuestro”.

“Te escucharé y no te juzgaré, ni criticaré y mucho menos, te diré qué hacer. Esto es debido a que solamente vos sabés cuál es la respuesta a tu inquietud. Y yo te acompañaré en el camino de encontrarla”.

“Sí, te pido permiso para hacer, de vez en cuando, alguna interpretación de lo que escucho. Puede servirte o no, pero será para que yo pueda aclararme lo que no entienda”.

“¿Cuál es la inquietud que querés traer a la conversación?”

Aquí comienza la danza.

Una conversación de Coaching, es un espacio de co-construcción de algo que antes no existía. Un recorrido conjunto desde el borde de la brecha en que se encuentra el/la coachee, hasta la otra orilla, en la que estará la respuesta que le permita accionar para logros impensados.

En ese espacio único y amoroso, pueden suceder muchas cosas. Y a veces no suceder ninguna.

Como el Coach no hace interpretaciones acerca de los por qué, sino que busca los para qué, los cómo, los cuáles, etc. hay conversaciones que deben suspenderse ya que el coachee no desea seguir avanzando. O también cambiar de rumbo. Apasionante danza conversacional.

En ese espacio único, la confianza la escucha y la aceptación, son la clave para ir avanzando, poco a poco.
Es maravilloso ver cómo se iluminan los ojos y aparece la sonrisa o las lágrimas de emoción, cuando el/la coachee encuentra, desde su propia construcción, aquella respuesta que intuía o sabía y que por vaya a saber qué limitantes (miedo, baja autoestima, juicios previos, inferencias, cultura, educación, etc) no podía ver con claridad.

Y como va asumiendo el poder inmenso que tiene. Construir su propio estar siendo.

Y en ese amoroso espacio, también generamos juntos los nuevos aprendizajes. Aquellos que permiten cambiar algún modo de ser, para que los logros planificados se hagan permanentes.

De eso se trata trabajar, juntos, una conversación de Coaching.

Para mí, el mejor pago, es cuando escucho el ¡Gracias! emocionado de aquél otro al que acompañé.


Y luego viene el abrazo, profundo, amoroso.

 Él o ella, no saben que yo he aprendido mucho más en ese proceso. 

El gracias es mío.