YO,
NOSOTROS Y LOS OTROS
RESPETO,
TOLERANCIA, ACEPTACIÓN
Solemos escuchar a personas que, con aire de estar
diciendo una verdad revelada, aconsejan tener “tolerancia”.
La pregunta es: ¿de qué hablamos, cuando hablamos de
tolerancia?
Sostengo que, casi sin darnos cuenta, lo hacemos
desde un sitio en e cual sabemos que hay otros que piensan o actúan diferente, pero los soportamos, aunque creamos que están
equivocados o no nos interese saber nada más de ellos. Simplemente, los sabemos
ahí y fin del tema.
Esta actitud, a mi juicio, es decir, cuidar el
espacio propio, el conocido, el que nos da seguridad, implica tolerar, mientras
el otro no nos invada o incomode.
Algunos, utilizan aquel latiguillo sobre la
tolerancia, aunque, ¿eso constituye un valor ético o moral?, ¿implica reconocer
a los otros o simplemente, “aguantar” que estén allí?
En cambio, cuando hablamos de Aceptación,
reconocemos que ahí hay otro, que tiene su modo de ser o de pensar, que es
diferente al nuestro y que, por lo tanto, constituye a alguien diferente, a un
auténtico “otro”.
Desde este sitio, lo aceptamos y también aceptamos
la posibilidad de que pueda aportarnos conocimientos y experiencias que nos enriquezcan,
nos agreguen valor y nos hagan crecer en nuestro “estar siendo”.
Cuando esto sucede, el otro también nos reconoce y
comparte, generosamente, aquello que tiene para ofrecernos, construyéndose así
una sinergia muy especial, creativa y poderosa.
Esto se puede verificar en todos los dominios de
nuestra vida, familia, pareja, trabajo, amistad, sociedad, interculturalidad.
Corramos el límite de la reflexión un poco más.
Afirmo que, Aceptación, Aprendizaje y Amor, así, con
mayúsculas, van de la mano.
Si Amor es el encuentro profundo y cálido con otro,
donde dos pueden seguir siendo dos, pero que se convierten en uno diferente y
superador, donde ese nuevo todo, es mucho más grande que las partes que lo
componen, entonces la Aceptación y el Amor, son, casi, la misma cosa.
Un poco más allá. Resulta muy sencillo aceptar a
otro, cuando es como nosotros queremos que sea o actúa como esperamos que
actúe.
En ese caso, ese otro, pasaría a ser una
confirmación de nosotros mimos. Una extensión nuestra.
No habría nada que aceptar, porque, al proyectarnos
en el otro, lo que vemos o esperamos como resultado, es que haga lo que
nosotros esperamos que haga.
La cuestión es cuando el Otro, es un diferente, un
distinto.
Yo he visto, en una plaza pública a madres y niños
de una escuela para personas con capacidades especiales, compartir alegremente
una Feria de Platos a beneficio.
Y, también he visto a las personas que caminaban por
las calles, cruzarse de vereda, para no tener que ver de cerca a los “diferentes”, a los “discapacitados”.
El color de la piel, la educación, la religión, etc,
es donde muchas veces colisionamos nuestro modelo mental con el de los otros, y
elegimos negar, excluir, criminalizar, invisibilizar. Y los hacemos parte de
nuestros juicios previos negando su “ser otros”.
Pero, entonces, ¿Quién y cómo es aquél Otro? ¿Cuál
es su manera de ser y ver el mundo y a nosotros? ¿Podemos llegar a saberlo?
Afirmo que nosotros construimos en nuestra mente a
ése Otro, de acuerdo al tipo de observador que somos de lo que llamamos “realidad”.
Y ése observador, particular y único, observa desde su herencia biológica, cultural,
social, familiar, educativa y experiencial.
En la medida que nuestro observador actúe en “piloto
automático”, lo que veremos será lo que quisiéramos ver del Otro.
Será lo que nosotros hayamos decidido que sea. Y
lograremos que actúen como esperábamos que los hicieran.
Ése otro, estará hablándonos más de lo que nosotros
pensamos que de cómo es en realidad.
A esta altura, caben, entonces, algunas otras
preguntas:
¿Cuál es la construcción que, cada uno de nosotros,
hacemos acerca de los demás?
¿Cómo son nuestras creencias, en relación aquél o
aquellos otros?
¿Qué podríamos hacer para cambiar las creencias que
nos limitan en nuestra posibilidad de acercarnos y aceptar a los otros?
¿Cuáles podrían ser nuestras actitudes y acciones
personales, que demostraran claramente que aceptamos a aquellos otros?
Vivimos una etapa dramática, en la cual el “otro”,
es negado, en cuanto constituye una amenaza construida por quienes,
interesadamente, buscan fragmentar nuestra sociedad y destruir el tejido
solidario, entre nosotros.
Más aún, se intenta invisibilizar, negar a los
otros, a los diferentes. Se los criminaliza, muchas veces, porque habla
distinto, se viste distinto, escucha una música distinta o es pobre, de tez
oscura y vive en lugares infrahumanos.
Nos molesta. Nos sentimos “inseguros” en su
presencia, porque el bombardeo mediático crea el relato que aquellos, los “otros”,
son los culpables de lo malo que puede suceder a diario.
Muchos llegan al punto de querer que no existan, que
desaparezcan, que no tengan entidad alguna, como dijo un tirano argentino: “los
desaparecidos son eso, desaparecidos, no están”…
De nosotros depende, construir una sociedad más
justa e inclusiva, con aciertos y errores, pero igualitaria, donde el otro sea
reconocido y valorado.
Invito a mis “otros”, a reflexionar sobre esto y
también acerca de lo difícil que es aceptar a otro, cuando es un distinto.
Abrazo.
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