COACHING,
ACCIÓN Y RESULTADOS
Muchas veces, nos preguntan y nos preguntamos, ¿para qué
sirve el coaching? Es una inquietud
recurrente entres los posibles clientes y también entre los coaches.
Y también surgen, en forma inevitable, las comparaciones
entre coaching, psicoterapia, consultoría y otras disciplinas.
No entraré en comparaciones con otras, ya que respeto a
todas y la idea es sumar y no competir por espacio, aunque haré algunas
reflexiones acerca de cuál es el accionar del coach, en sus intervenciones y
cuáles son los objetivos buscados, en ese proceso de ayudar al coacheado a superar
la brecha de inquietud en que suele hallarse cuando pide una conversación.
Nosotros, los coaches, sabemos muy bien que lo que busca
quien se nos acerca es obtener un resultado diferente e importante, como
corolario de su inquietud o quiebre.
Es por eso que, partiendo de las palabras del cliente y a
través de preguntas, metáforas, analogías, dinámicas corporales o emocionales,
etc, buscamos acceder a aquellos juicios (opiniones, creencias) que conforman
los paradigmas de base de los coachees.
En la medida en que el coacheado pueda hacerlos concientes o
sea, nombrarlos, experimentarlos y encontrarles fundamentación o no, será
capaz, por sí solo, de hacer los cambios que desee a fin de poder accionar de
otra manera y lograr otros resultados, más importantes que los obtenidos hasta
el momento de la consulta.
Esto se logra a través de un proceso, de pocas
conversaciones, siempre y cuando el coacheado esté dispuesto a “bucear” en sus
propias creencias.
Es que hay distintas formas de lograr resultados. Una es cambiando
las acciones. Evidentemente, cambiarán los resultados.
Sin embargo, esto no
garantiza cambios duraderos, ya que las creencias que generaban las repuestas
anteriores a los problemas, volverán inevitablemente.
Y esto, debido a que no es nada sencillo cambiar de un día
para otro, los modelos mentales heredados y adquiridos acerca de cómo ve cada
uno el mundo y las cosas.
Otro paso a lograr, trabajando en un proceso de coaching, es
ir “más allá”, “correr los limites” y desafiar las creencias.
A través de un arduo trabajo de acompañamiento, el coach y
el coachee, irán desarmando capa a capa, la “cebolla ontológica” y encontrando
las creencias limitantes del accionar exitoso, en la búsqueda de los resultados
esperados.
Muchas veces, se puede llegar a identificar las creencias,
filtrarlas, eliminarlas y cambiarlas por otras fundamentadas en hechos
aceptados como tales por el coachee.
Esto genera un aprendizaje, que lleva a la acción y el logro
de resultados importantes, de manera más permanente.
Y si se avanza más en el proceso de coaching, es posible
llegar hasta lo que denominamos “transformación”, es decir, cambiar los
paradigmas de base (o algunos de ellos). Esto ve a generar el cambio profundo y
totalmente diferente, en la manera de ver las cosas y el mundo, en la forma de
accionar frente a las inquietudes que se presenten y al ser producto de un
cambio en lo que llamamos “el modo de ser”, generará un “estar siendo en el
mundo”, totalmente diferente, libre de creencias limitantes.
Declaro que esto es posible, esencialmente, porque lo he
experimentado en mí mismo, trabajando con mis coaches, no sin esfuerzo y hasta
dolor (existencial) y también porque lo he visto suceder en algunos de mis
coachees. Es impactante presenciar el momento en que se ilumina la mente y cambia el estado de ánimo, acompañado
de una corporalidad “de descubrimiento”.
Hace que agradezca a Dios el ser Coach.
Sería imposible lograr esos resultados sin contar con el
coachee y sus ganas de hacerlo, comprometerse y responsabilizarse. Es por eso
que siempre reconozco a cada uno de ellos y ellas, la oportunidad que me da de
entrar en su existencia y compartir algo de su esencia.
En conclusión, el coaching
es una poderosa herramienta que permite a las personas lograr resultados extraordinarios en poco
tiempo, accionando desde un modo de
ver y ser (el observador), diferente al que era hasta el momento del proceso.
Gracias a mis coachees, por permitirme acompañarlos.
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