LOS PEDIDOS Y LA
COMUNICACIÓN EFECTIVA
o ¡CUÁNTO NOS CUESTA PEDIR!
Estábamos en una animada reunión familiar. Había unas
cuantas personas y todas conversaban alegremente.
De pronto, una de las asistentes, me preguntó por los cursos
que publicamos en FB. Le dije que estoy muy contento con la cantidad de
personas que participan y también con la interacción que se logra, además de
que con algunos de ellos, continuamos la relación, a través de procesos de
coaching que me solicitan.
La persona que me hizo la pregunta, yo lo sabía, fue una de
los primeros Me Gusta de mi fan page, JFM-COACH DE PERSONAS Y ORGANIZACIONES. ¡Hoy
somos casi 1000!, por lo que le hice un reconocimiento por haber sido una de
los 10 primeros.
Entonces le dije qué le parecía la idea de los cursos. Me
dijo que muy interesante y que veía con
buenos ojos los temas y que la gente se anotara.
Pregunté, entonces qué sucedía con ella. Me respondió que a
ella también le interesaban.
Mi nueva pregunta fue si lo que estaba haciendo era un
pedido para participar en uno de los cursos. Se rio y me dijo que sí, que le
encantaría, ya que además le había gustado mucho la idea del Taller de Coaching
Autogestionado.
Le pregunté, por qué no se había anotado y me dijo que no
estaba en condiciones de pagar el costo, aunque sabía que era muy económico.
Pregunté, por qué no me pidió anotarse y que yo,
seguramente, por ser una de los primeros 10 Me Gusta, le hubiera invitado si me
comentara que no podía pagarlo.
La respuesta, fue, “No puedo hacer eso, es tu trabajo”.
“Por favor, dejame a mí decidir sobre mi trabajo”. “Si me lo
pedías, con mucho gusto te hubiera invitado, del mismo modo que estás invitada
a participar, sin cargo, en el próximo curso que elijas”, respondí.
“Lo único que tenés
que hacer, es pedírmelo cuando lo veas publicado”.
Me agradeció y la reunión continuó, conversando con varias
personas acerca del coaching y cómo ayuda a encontrar caminos a quienes no
pueden hacerlo solos.
Y me quedé pensando, luego acerca de qué es lo que nos impide pedir o aceptar una oferta de algo que
deseamos.
Sé que a los seres humanos
nos cuesta mucho pedir y cuando pedimos, más de una vez, es como si lo
hiciéramos para no obtener lo pedido.
Un ejemplo:
“Hace frío y el
calefactor está apagado”, dice alguien. Al rato, vuelve sobre el tema:
“Te pedí que enciendas el calefactor y no lo hiciste, tengo
frío”
El interlocutor mira extrañado y dice “No me pediste nada”.
“Lo que pasa es que vos no me escuchás” se oye a la primera
persona, quejarse amargamente, “víctima” de la falta de escucha del otro.
Muchas veces, este es el comienzo de una discusión que
impide aún más el escucharse.
¿Cuántas veces, el no pedir algo, provoca insatisfacción,
pérdida de la confianza en el otro y dispara emociones negativas?
Esto sucede a diario. Mucho más sencillo hubiera resultado
decir: “Tengo frío, te pido que enciendas el calefactor”.
No pedimos por temor
al NO, porque pensamos que quedamos en desventaja frente al otro, porque no
queremos mostrar una necesidad (si somos autosuficientes, ¡qué tanto!), porque
nuestro ego y nuestra autoestima se ven menoscabados (¿frente a quién?, ¡Frente
a nuestro ego, claro!), etc.
El simple hecho de pedir, claramente, en voz alta y con
amorosidad, provoca en los demás el deseo de dar, de compartir, generando en el
otro la posibilidad de ser útil y eso refuerza su propia autoestima. ¿Lo
pensaron alguna vez?
¿Y algo así como pedir adecuadamente mejora, entonces, las
relaciones entre las personas? ¿Hace fluir la comunicación? ¿Consolida vínculos?
Y digo esto, en cualquier orden, personal, laboral, familiar, de pareja, de
amistad, en la escuela o la facultad, etc.
¡Algo tan sencillo!
Pero aún falta un “ingrediente”: Cuando pedimos, la otra
parte debe aceptar o no el pedido. O sea, las respuestas posibles so dos, Sí o No.
Bueno, deberían ser dos. Muchas veces escuchamos un “Ni” o
un “So”, por respuesta. Y esto también atenta contra una comunicación sana.
El secreto para evitar las respuestas evasivas, consiste en
pedir claramente, lo que se desea. De esa manera, el otro, podrá solicitar
aclaraciones al pedido, pero no podrá no responder, también claramente. Eso es
una comunicación sana.
Y de nuestra parte, debemos tener muy claro que un NO por
respuesta del otro, es una posibilidad. Que no debería afectar nuestro ego o
nuestra autoestima y que, además, nos abre la puerta para una conversación
acerca del “por qué no”, a nuestro pedido, que puede terminar en un proceso de
entendimiento mucho mayor, si existe confianza y aceptación entre las partes.
Aunque esta es “harina de otro costal” o sea, tema de otra
nota.
Antes de terminar, un pedido: Que hagan sus comentarios
acerca de las notas de mi blog. Eso me permite mejorar y acceder a aquellos
temas que sean del interés de ustedes. Gracias y seguimos en contacto.
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