viernes, 1 de marzo de 2013

LA INTUICIÓN, UN PODER POCO APROVECHADO


Desde tiempos inmemoriales, hemos oído hablar de ella. Nos acompaña, desde que los humanos somos humanos. No obstante, gracias al racionalismo y a la actitud del pensamiento “lógico”, la intuición ha caído en un espacio de desvalor.
Yo recuerdo que, cuando era chico, escuchaba decir siempre que “las mujeres tienen  intuición femenina”. Nunca supe bien de qué se trataba, pero parecía ser un poder que tenían de algo así como adivinar cosas…Y se les atribuía a ellas, porque, como mujeres que eran, eran sensibles y emocionales y eso les permitía tener intuición.
Los varones, aparentemente, no teníamos de eso y entonces debíamos escuchar a las mujeres cuando hablaban desde la intuición. Claro, en un mundo machista, entonces, la intuición estaba tan desvalorizada como la inteligencia atribuible a las mujeres.
Mi sorpresa se produjo cuando, al llegar a la adolescencia, empecé a darme cuenta que yo tenía una intuición bastante desarrollada. Siempre pensé que es herencia de mi madre, una gran intuitiva.
Esto me trajo ciertos cuestionamientos sobre la validez de esta manera de accionar, no obstante mi intuición, me seguía diciendo cosas.
La cuestión fue que, en el mundo con el que yo me relacionaba, no era muy aceptado tener intuición. Era casi una cuestión de adivinos y pitonisas y al no poder verificarse por el método inductivo o deductivo sus dictados, la pobre vivía siempre bajo sospecha.
Lo que sucede es que, todas las personas, en todo momento tenemos intuiciones, tenemos aquellos momentos en que nos viene una primera idea referida a algo a la cabeza. No podemos explicar de dónde o cómo viene, pero viene…y se va.
Generalmente, la desechamos, porque no tiene fundamento “lógico” y en muchas ocasiones, pasado el tiempo y luego de “inteligentes decisiones”, basadas en sesudos razonamientos, cuando todo sale mal, nos acordamos de aquél primer pensamiento que nos vino ante un problema o inquietud: una intuición. Y llega, entonces, el lamento: “si yo hubiera hecho esto o aquello”, “si hubiera decidido lo primero que pensé”, etc… Y seguimos así por la vida, arrepintiéndonos de todo aquello que pudimos haber hecho y no hicimos, por no haber seguido aquel “presentimiento”.
Pues bien, es hora de reivindicar a la intuición y ponerla en el lugar que se merece: el de una de las herramientas más poderosas que dispone el ser humano, para ejercer su libre albedrío, es decir el poder que tiene para hacer de su vida aquello que desee que ésta sea.
Cuando alguno de nosotros, por ejemplo, conoció a quien fue o es su pareja amada, “algo” le dijo que ésa era “la persona”. Enseguida, explicando científicamente, decidimos que “había una química” muy especial. Es cierto; cuando tuvimos aquella primera impresión, se dispararon en nosotros una serie de reacciones físicas y químicas que partieron de nuestro cerebro y nos confirmaron que ésa era la persona. Pregunto: ¿Quién creen ustedes que dio la orden para que eso sucediera? ¡Acertaron! Ustedes mismos, su intuición se los dijo. Ése “sexto sentido” tan poco valorado.
¿Y de dónde sale la intuición? ¿Aparece así como así, de la nada? ¿Es dictada por un duende o algo extraterrestre?
La respuesta es mucho más sencilla. Es tan sencilla que nuestro cerebro, tan entrenado en el pensamiento lógico, no puede explicarla.
Es que la intuición no pertenece al pensamiento lógico, sino al pensamiento multidimensional. Al pensamiento que no mide, ni pesa, ni toca, al que aparece desde ese sitio que hemos dado en llamar el “no tiempo”, el espacio del Kairós, ése lugar donde no hay ayer ni mañana, donde todo es presente, pero donde tenemos todo el conocimiento acumulado desde nuestro propio adn.
A ese “sitio”, algunos autores lo han denominado como el espacio del “no sé que sé”. Ahí habita la intuición. Poderosa herramienta que nos guía por el camino de lo que queremos estar siendo, donde las ideas que nos sugiere, no están guiados por el pensamiento lógico, el que decide si “hay que hacer esto o aquello, por esto o aquello”, el que valoriza lo conveniente o no, el que juzga y luego castiga.
La intuición es democrática. No es necesario haber estudiado en la Universidad, para usarla.
La intuición es gratis. No se aprende en cursos, seminarios ni consultando adivinos o chamanes.
La intuición siempre nos guía o nos impulsa a nuestro bien. Esto es fundamental y se debe a que surge de una conexión directa de nuestro Yo interior, con nuestro Espíritu, que nunca enferma, nunca padece y siempre está centrado en el bien.
Los coaches valoramos mucho la intuición como fuente en la que el coacheado puede encontrar las respuestas que busca. De eso se trata nuestra tarea. De guiar a través de preguntas al otro hacia ese sitio donde descubrir todo aquello que “no sabe que sabe”.
Propuesta: cuando aparezca en su día a día una inquietud a resolver, escuche lo primero que le venga a su mente, como respuesta al problema. Póngalo en práctica y espere el resultado.
Finalmente, han sido tantas las veces que hemos tomado decisiones aparentemente lógicas y nos equivocamos, que bien vale la pena quitarnos la armadura del pensamiento lineal y dejar fluir a nuestro Yo interior que suele traernos las buenas noticias. El resto es tener paciencia y dejar actuar a la complejidad.           
                   

2 comentarios:

  1. Excelente artículo!

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    1. Gracias. lástima no saber quiénb sos, para poder intercambiar más comentarios. Saludos, Jorge.

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