miércoles, 13 de marzo de 2013

EL PODER DE LA VISIÓN


Más de una vez he escuchado y mantenido conversaciones con clientes y amigos, de las cuales se desprende una gran insatisfacción con lo que están haciendo y con cómo están viviendo. En la mayoría de esos casos, ellos manifiestan que, en realidad, no se trata de un tema de dinero.
Suelo escuchar que “antes no tenía trabajo o dinero y era muy feliz”. “Me siento vacío/a por dentro”, “me van bien las cosas y no soy feliz”, “no sé qué me pasa”, etc.
Suelo, entonces, preguntar acerca de si están haciendo lo que desean hacer. Si su trabajo, estudio o forma de vida, es la que quieren para sí mismos. Y ahí comienzan las dudas, en algunos casos y las quejas en otros.
Encuentro, casi siempre un juicio negativo acerca de lo que están haciendo o cómo es su vida. Y suelen fundamentarlo en que “otra no me queda”, “tengo una familia que mantener”, “ya soy viejo/a” o “es lo que me tocó”, “no puedo”. Escucho resignación.
Cada uno de ustedes puede escribir una lista con todas aquellas “razones, motivos o circunstancias”, que les impiden hacer aquello que realmente quieren.
Y ahí está el problema.
Los humanos, fácilmente echamos la culpa de lo que nos sucede a “las circunstancias”, “lo que nos pasó”, “otra gente”, “el destino”, etc (¿me ayudan a escribir la lista?).
Y es así, sencillamente, porque somos humanos y nos incomoda tener que accionar, haciéndonos cargo de nosotros mismos, para ponernos en marcha a fin de cambiar “las circunstancias”. A este “hacerse cargo”, se lo llama: Responsabilizarse.
¿Quién es el dueño de su vida?, ¿Cómo cree usted que debería ser?, ¿Qué está dispuesto a hacer para lograrlo?, ¿De qué se hará cargo, de los problemas e inconvenientes, llevándolos sobre sus hombros, como un pesado ataúd (perdonen la crudeza), hasta el momento en que se metan adentro y le pidan a alguien que los entierre?
¿O se harán cargo de aquello que quieren ser, aquello que quieren hacer, donde quieran hacerlo, con quién quieran hacerlo, como y cuando quieran hacerlo, o al menos intentarlo, hasta lograrlo?
Yo mismo he pasado por años, por una situación así. ¡Era fantástico! ¡Siempre había un culpable! Y yo era la pobre víctima que estaba presa de “las circunstancias”.
Gracias a el proceso transformacional del coaching, aprendí que es uno el único responsable de lo que le pasa (no digo culpable, porque la vida es un proceso de aprendizaje). Pude reconocer que cuesta más trabajo llevar la mochila de la culpa sobre los hombros, que la carga de construir el tipo de vida que uno quiere. En mi caso, aquí estoy, con éxitos y fracasos, con aciertos y desaciertos, con entusiasmos y bajones, pero disfrutando como loco el tipo de vida que elegí. Siendo yo mismo.
¿Cómo se puede comenzar? Es muy simple; reflexionando acerca de qué quiere hacer, dónde, cómo, cuándo y con quién quiere hacerlo. Respóndase a la pregunta ¿Para qué? Y luego comience a trabajar en el ¿Cómo? Y demás preguntas.
 Si siente que solo/a no puede, pida ayuda a un coach. Muchas veces no podemos reconocer nuestra visión, tapada por tantos años de hacer lo que “hay que hacer”, en vez de lo que “voy a hacer”, de tanto “tengo que”, en vez de “quiero”. Para eso, el proceso de coaching es una herramienta poderosísima.
Recuerden que deconstruir un modo de actuar y orientarlo hacia donde uno quiere, realmente ir, lleva mucho tiempo, ¡Casi una vida!, pero vale la pena.
Por último, ¿cómo podemos darnos cuenta que lo que hemos elegido hacer, es aquello que realmente es lo que queremos? Como respuesta, yo puedo decir que, el poder de una visión, de una meta poderosa, es casi magnético. Nos atrae al punto que no vemos, casi, otra cosa que el camino para llegar. Vivimos como hipnotizados por ese poder.
Ése poder, no es misterioso ni viene de afuera. Viene de adentro nuestro, exactamente de nuestro centro del Yo, de nuestro espíritu, que nunca enferma ni se confunde, porque está conectado con ése mundo multidimensional al que pertenecemos, pero que pasamos casi toda nuestra vida, sin saber que existe y estamos ahí.
De allí surge el poder y hace que funcione la sincronía, aquella propiedad que tiene el universo que permite que quienes estén centrados en su Yo Espiritual, encuentren, en un cruce del mundo de las dimensiones múltiples, los caminos y las respuestas, para el logro que se propusieron. Hagan la prueba, vale la pena. Estoy para ayudarles, Y no es que parezca que es así. Es que es así.        

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