Más de una vez he escuchado y mantenido conversaciones con
clientes y amigos, de las cuales se desprende una gran insatisfacción con lo
que están haciendo y con cómo están viviendo. En la mayoría de esos casos,
ellos manifiestan que, en realidad, no se trata de un tema de dinero.
Suelo escuchar que “antes no tenía trabajo o dinero y era
muy feliz”. “Me siento vacío/a por dentro”, “me van bien las cosas y no soy
feliz”, “no sé qué me pasa”, etc.
Suelo, entonces, preguntar acerca de si están haciendo lo
que desean hacer. Si su trabajo, estudio o forma de vida, es la que quieren
para sí mismos. Y ahí comienzan las dudas, en algunos casos y las quejas en
otros.
Encuentro, casi siempre un juicio negativo acerca de lo que
están haciendo o cómo es su vida. Y suelen fundamentarlo en que “otra no me
queda”, “tengo una familia que mantener”, “ya soy viejo/a” o “es lo que me
tocó”, “no puedo”. Escucho resignación.
Cada uno de ustedes puede escribir una lista con todas
aquellas “razones, motivos o circunstancias”, que les impiden hacer aquello que
realmente quieren.
Y ahí está el problema.
Los humanos, fácilmente echamos la culpa de lo que nos
sucede a “las circunstancias”, “lo que nos pasó”, “otra gente”, “el destino”,
etc (¿me ayudan a escribir la lista?).
Y es así, sencillamente, porque somos humanos y nos incomoda
tener que accionar, haciéndonos cargo de nosotros mismos, para ponernos en
marcha a fin de cambiar “las circunstancias”. A este “hacerse cargo”, se lo
llama: Responsabilizarse.
¿Quién es el dueño de su vida?, ¿Cómo cree usted que debería
ser?, ¿Qué está dispuesto a hacer para lograrlo?, ¿De qué se hará cargo, de los
problemas e inconvenientes, llevándolos sobre sus hombros, como un pesado ataúd
(perdonen la crudeza), hasta el momento en que se metan adentro y le pidan a
alguien que los entierre?
¿O se harán cargo de aquello que quieren ser, aquello que
quieren hacer, donde quieran hacerlo, con quién quieran hacerlo, como y cuando
quieran hacerlo, o al menos intentarlo, hasta lograrlo?
Yo mismo he pasado por años, por una situación así. ¡Era
fantástico! ¡Siempre había un culpable! Y yo era la pobre víctima que estaba
presa de “las circunstancias”.
Gracias a el proceso transformacional del coaching, aprendí
que es uno el único responsable de lo que le pasa (no digo culpable, porque la
vida es un proceso de aprendizaje). Pude reconocer que cuesta más trabajo
llevar la mochila de la culpa sobre los hombros, que la carga de construir el
tipo de vida que uno quiere. En mi caso, aquí estoy, con éxitos y fracasos, con
aciertos y desaciertos, con entusiasmos y bajones, pero disfrutando como loco
el tipo de vida que elegí. Siendo yo mismo.
¿Cómo se puede comenzar? Es muy simple; reflexionando acerca
de qué quiere hacer, dónde, cómo, cuándo y con quién quiere hacerlo. Respóndase
a la pregunta ¿Para qué? Y luego comience a trabajar en el ¿Cómo? Y demás
preguntas.
Si siente que solo/a
no puede, pida ayuda a un coach. Muchas veces no podemos reconocer nuestra
visión, tapada por tantos años de hacer lo que “hay que hacer”, en vez de lo
que “voy a hacer”, de tanto “tengo que”, en vez de “quiero”. Para eso, el
proceso de coaching es una herramienta poderosísima.
Recuerden que deconstruir un modo de actuar y orientarlo
hacia donde uno quiere, realmente ir, lleva mucho tiempo, ¡Casi una vida!, pero
vale la pena.
Por último, ¿cómo podemos darnos cuenta que lo que hemos
elegido hacer, es aquello que realmente es lo que queremos? Como respuesta, yo
puedo decir que, el poder de una visión, de una meta poderosa, es casi magnético.
Nos atrae al punto que no vemos, casi, otra cosa que el camino para llegar.
Vivimos como hipnotizados por ese poder.
Ése poder, no es misterioso ni viene de afuera. Viene de
adentro nuestro, exactamente de nuestro centro del Yo, de nuestro espíritu, que
nunca enferma ni se confunde, porque está conectado con ése mundo
multidimensional al que pertenecemos, pero que pasamos casi toda nuestra vida,
sin saber que existe y estamos ahí.
De allí surge el poder y hace que funcione la sincronía,
aquella propiedad que tiene el universo que permite que quienes estén centrados
en su Yo Espiritual, encuentren, en un cruce del mundo de las dimensiones
múltiples, los caminos y las respuestas, para el logro que se propusieron.
Hagan la prueba, vale la pena. Estoy para ayudarles, Y no es que parezca que es
así. Es que es así.
Una de las primeras notas del blog, la más leída, hasta hoy.
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